Manifiesto en pro de una Valonia dueña de su cultura, de su educación y de su investigación científica [2003]
Al pueblo de Valonia y a sus representantes en el parlamento valón.
Hace veinte años, el 15 de setiembre de 1983, en lo más profundo de una crisis económica y social que casi ahogó Valonia, ochenta ciudadanos valones firmaban un Manifiesto en pro fe la cultura valona, en el cual reclamaban el reconocimiento de Valonia como personalidad moral. Afirmaban además: « Son de Valonia sin reserva todos aquellos que viven, trabajan en el espacio valón. »
Hoy, firmantes de aquel Manifiesto, a los cuales se han unido otros valones y valonas, toman otra vez la pluma para lanzar un llamado solemne a sus representantes en el Parlamento valón.
Un poco de historia
Hace setenta y cinco años, Elie Baussart escribía: « Valonia y Flandes no están hechas para servir a Bélgica; sino que es Bélgica que está hecha para Flandes y Valonia. » Es de ese principio profundamente democrático que procede la reforma del Estado belga que creó una Comunidad flamenca, y una Región valona. Al lado de esas dos realidades, existe también una Región de Bruselas y una Comunidad de habla alemana. Y eso también, es conforma a la voluntad de la población.Una generación más tarde, Valonia se reforzó tanto que es considerada como una de las entidades federadas en Europa que más se aproxima a la definición de Estado soberano.
Pero para los valones (independientemente aquí de la Comunidad de habla alemana) y para los bruselenses de habla francesa, subsiste una tercera entidad en cargo de la educación, de ciertas materias sociales, de los medios de comunicación públicos y de la cultura: la Comunidad francesa. Desde veinte años, hemos tenido el tiempo de percibir todo lo que dicha Comunidad francesa de Bélgica a hecho perder a Valonia en tanto que simple reconocimiento humano. Esta misma Comunidad francesa que, a pesar de estar desdinerada y de haber tenido más de una vez que solicitar financiariamente a Valonia y abandonarle ciertas de sus competencias, continua a aferrarse a lo que le queda de poder, bajo el pretexto de solidaridad entre Bruselas y Valonia. Una solidaridad que puede ejercitarse independientemente de dicha institución.
Valonia ya no quiere seguir pagando para ser ignorada
El Gobierno valón se propone de levantar a Valonia a través de un Contrato de Porvenir actualizado. Este, si quiere ser eficaz, debería mobilizar a la enseñanza, es decir a la juventud, desde las jardineras hasta la universidad. Numerosos docentes estiman que se debe regionalizar la enseñanza de manera a, entre otras cosas, articular mejor la enseñanza y la formación profesional. Pero la enseñanza no es de competencia valona y el poder político valón debe entonces asociarse, en el mejor de los casos, al poder de la Comunidad francesa. Asociación que revela ser una complicación inútil y un emprender incierto: efectivamente, la Comunidad no cubre el mismo espacio político que Valonia, la cual de paso es ampliamente ignorada en los contenidos que imparte la enseñanza de la Comunidad francesa. Ignorada también en la libre elección de las lenguas extranjeras que los valones deberían dominar. E ignorada en sus idiomas regionales cuya desaparición constituiría una perdida para su patrimonio cultural.
O sea que Valonia paga, en propio come en figurado, para que se haga abstracción de ella en la enseñanza impartida sobre su territorio. Y eso, ya no lo acepta más.
Mientras que varios expertos están de acuerdo sobre la necesidad para Valonia de adquirir una imagen fuerte, en el cuadro de la Comunidad francesa se lanzó el Plan Magellan -- condenado por una mayoría del personal valón de la RTBF --, plan que se propone de recentralizar todo o casi sobre Bruselas. Y es sabido que, desde Bruselas, a la RTBF le cuesta muchísimo pronunciar las palabras « valón » y « Valonia ».
Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para que los medios de comunicación de habla francesa la ignoren. Y a eso se le dice basta ya.
Existen encuentros internacionales en el cuadro de la Organización internacional de la Francofonía que juntan una cincuentena de Estados. Después de los franceses y quebequeses, son los valones, quienes forman el 80% de la Comunidad francesa, que asumen el financiamiento des dichos encuentros. Sin embargo, quienes los representan lo hacen en nombre del Estado belga o de la Comunidad francesa.
Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para estar ausente de los grandes foros internacionales que son las cumbres de la Francofonía. Y eso ya no lo acepta más.
En varios dominios, se pudo observar el desarrollo real de la cultura valona, particularmente en el cine. Pero como la cultura sigue siendo la competencia de la Comunidad francesa, los poderes políticos y simbólicos que le son asociados se comportan como si Valonia debiese disociarse de la cultura.
O sea que Valonia paga, en propio como en figurado, para que las obras intelectuales que produce no le sean ni atribuidas ni reconocidas. Y eso, ya no lo tolera más.
En las materias sociales aún de competencia de la Comunidad francesa, las dificultades presupuestarias de esta conllevan, en la vida diaria de las familias, tanto a Bruselas come en Valonia, insuficiencias alarmantes como por ejemplo en el dominio de las guarderías.
Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para que los valones, y más particularmente las mujeres, vean su desarrollo personal obstruido por el mal ejercicio de las misiones sociales que le incumben a la Comunidad francesa. Y eso, no puede seguir más.
Finalmente esta el deporte, donde varios deportistas de alto nivel internacional ilustran a Valonia. Si lo pudieron hacer, gracias entre otros a los esfuerzos de los poderes públicos valones, los medios de comunicación públicos no les identifican nunca como valones, sino solamente en referencia a ciudades o pueblos de manera local.
Es decir que Valonia paga, en propio come en figurado, para que se desarrolle un deporte cuyos actores valones no son presentados como tales. Y eso, no lo puede permitir más.
Valonia quiere y puede recuperar las competencias de las cuales se le ha privado
La inexistencia cultural de Valonia a la cual se la condena la pagamos de un agobiante tributo.
Porque algunos nostálgicos de la Bélgica unitaria, bajo cubierto de la Comunidad francesa, continúan a querer « funcionar a la belga» simplemente sin Flandes.
Porque, también, varios habitantes de Bruselas estiman que la Comunidad francesa preserva un lazo de solidaridad entre ellos y los valones. Que ese lazo bloquee a Valonia en un estado de subordinación material y moral a una ciudad que sigue viviendo como si fuese la capital de un Estado unitario no nos conviene. No hace falta la Comunidad francesa para consagrar ese lazo de solidaridad. Nos asombramos de ver tan a menudo miembros del Gobierno bruselense ejerciendo competencias en materia de artes, letras y audiovisual mientras que ello nunca ocurre con miembros del Gobierno valón: una prueba suplementaria de la voluntad de algunos de ahogar cualquier reforzamiento cultural de Valonia. Nosotros rechazamos también la intención de hacer de nuevo coincidir las elecciones federales con las elecciones del Parlamento valón.
Los firmantes del presente Manifiesto tenemos el sentimiento de hablar por el pueblo valón. Estimamos urgente que Valonia obtenga las competencias en materia de cultura, de enseñanza, de investigación científica y de medios de comunicación públicos de la cual se le ha privado.
Hoy, al contrario de la situación de hace veinte años, Valonia dispone de los medios políticos y jurídicos para ejercitar plenamente todos los poderes y competencias de la Comunidad francesa. Los firmantes del presente manifiesto apelan a quienes representan a Valonia.
Una demanda que puede ser satisfecha fácilmente
No hay apertura al mundo sin identidad propia. Europa valoriza la unidad y la diversidad, la Francofonía la igualdad y la diferencia. Valonia, producto de todas sus inmigraciones, quiere también para sí la diversidad, la igualdad y la fraternidad.
Y espera de sus representantes que le den la posibilidad de que se reconozca su cultura en el sentido más hondo de la palabra, que no se limita únicamente a los « asuntos culturales », sino que recubre la plenitud de la existencia ciudadana. Se trata tan solo de un pequeño trozo de texto, de un decreto, que confíe al pueblo valón las competencias en materia de cultura, de enseñanza, de investigación científica y de medios de comunicación públicos de las cuales sigue desposeído. Ciertamente esta medida no es la condición suficiente de esta existencia ciudadana que deseamos, pero sí es su condición necesaria.
Que aquellos y aquellas que hemos elegido den esa oportunidad a Valonia de resistir a los movimientos que dividen a las naciones, a los pueblos, a las culturas, a las religiones, a las filosofías, y a los seres humanos.