Manifiesto en pro de una Valonia dueña de su cultura, de su educación y de su investigación científica [2003]

Toudi mensuel n°59-60, septembre-octobre 2003

   Al pueblo de Valonia y a sus representantes en el parlamento valón.


Hace veinte años, el 15 de setiembre de 1983, en lo más profundo de    una crisis económica y social que casi ahogó Valonia, ochenta   ciudadanos valones firmaban un Manifiesto en pro fe la cultura valona,  en el cual reclamaban el reconocimiento de Valonia como personalidad moral. Afirmaban además: « Son de Valonia sin reserva todos aquellos  que viven, trabajan en el espacio valón. »

Hoy, firmantes de aquel Manifiesto, a los cuales se han unido otros valones y valonas, toman otra vez la pluma para lanzar un llamado solemne a sus representantes en el Parlamento valón.

Un poco de historia

Hace setenta y cinco años, Elie Baussart escribía: « Valonia y Flandes no están hechas para servir a Bélgica; sino que es Bélgica que está hecha para Flandes y Valonia. » Es de ese principio profundamente  democrático que procede la reforma del Estado belga que creó una Comunidad flamenca, y una Región valona. Al lado de esas dos realidades, existe también una Región de Bruselas y una Comunidad de habla alemana. Y eso también, es conforma a la voluntad de la  población.Una generación más tarde, Valonia se reforzó tanto que es considerada como una de las entidades federadas en Europa que más se aproxima a la definición de Estado soberano.

Pero para los valones (independientemente aquí de la Comunidad de habla alemana) y para los bruselenses de habla francesa, subsiste una tercera entidad en cargo de la educación, de ciertas materias  sociales, de los medios de comunicación públicos y de la cultura: la Comunidad francesa.  Desde veinte años, hemos tenido el tiempo de percibir todo lo que  dicha Comunidad francesa de Bélgica a hecho perder a Valonia en tanto que simple reconocimiento humano. Esta misma Comunidad francesa que, a pesar de estar desdinerada y de haber tenido más de una vez que solicitar financiariamente a Valonia y abandonarle ciertas de sus  competencias, continua a aferrarse a lo que le queda de poder, bajo el pretexto de solidaridad entre Bruselas y Valonia. Una solidaridad que  puede ejercitarse independientemente de dicha institución.

Valonia ya no quiere seguir pagando para ser ignorada

El Gobierno valón se propone de levantar a Valonia a través de un Contrato de Porvenir actualizado. Este, si quiere ser eficaz, debería  mobilizar a la enseñanza, es decir a la juventud, desde las jardineras   hasta la universidad. Numerosos docentes estiman que se debe   regionalizar la enseñanza de manera a, entre otras cosas, articular mejor la enseñanza y la formación profesional. Pero la enseñanza no es de competencia valona y el poder político valón debe entonces asociarse, en el mejor de los casos, al poder de la Comunidad francesa. Asociación que revela ser una complicación inútil y un emprender incierto: efectivamente, la Comunidad no cubre el mismo espacio político que Valonia, la cual de paso es ampliamente ignorada  en los contenidos que imparte la enseñanza de la Comunidad francesa. Ignorada también en la libre elección de las lenguas extranjeras que los valones deberían dominar. E ignorada en sus idiomas regionales cuya desaparición constituiría una perdida para su patrimonio   cultural.

O sea que Valonia paga, en propio come en figurado, para que se haga   abstracción de ella en la enseñanza impartida sobre su territorio. Y eso, ya no lo acepta más.

Mientras que varios expertos están de acuerdo sobre la necesidad para  Valonia de adquirir una imagen fuerte, en el cuadro de la Comunidad  francesa se lanzó el Plan Magellan -- condenado por una mayoría del  personal valón de la RTBF --, plan que se propone de recentralizar  todo o casi sobre Bruselas. Y es sabido que, desde Bruselas, a la RTBF le cuesta muchísimo pronunciar las palabras « valón » y « Valonia ».

Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para que los medios de comunicación de habla francesa la ignoren. Y a eso se le dice basta ya.

Existen encuentros internacionales en el cuadro de la Organización internacional de la Francofonía que juntan una cincuentena de Estados.  Después de los franceses y quebequeses, son los valones, quienes forman el 80% de la Comunidad francesa, que asumen el financiamiento    des dichos encuentros. Sin embargo, quienes los representan lo hacen en nombre del Estado belga o de la Comunidad francesa.

Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para estar ausente de los grandes foros internacionales que son las cumbres de la  Francofonía. Y eso ya no lo acepta más.

En varios dominios, se pudo observar el desarrollo real de la cultura valona, particularmente en el cine. Pero como la cultura sigue siendo  la competencia de la Comunidad francesa, los poderes políticos y  simbólicos que le son asociados se comportan como si Valonia debiese disociarse de la cultura.

O sea que Valonia paga, en propio como en figurado, para que las obras  intelectuales que produce no le sean ni atribuidas ni reconocidas. Y  eso, ya no lo tolera más.

En las materias sociales aún de competencia de la Comunidad francesa, las dificultades presupuestarias de esta conllevan, en la vida diaria de las familias, tanto a Bruselas come en Valonia, insuficiencias  alarmantes como por ejemplo en el dominio de las guarderías.

Es decir que Valonia paga, en propio como en figurado, para que los valones, y más particularmente las mujeres, vean su desarrollo  personal obstruido por el mal ejercicio de las misiones sociales que  le incumben a la Comunidad francesa. Y eso, no puede seguir más.

Finalmente esta el deporte, donde varios deportistas de alto nivel    internacional ilustran a Valonia. Si lo pudieron hacer, gracias entre otros a los esfuerzos de los poderes públicos valones, los medios de    comunicación públicos no les identifican nunca como valones, sino solamente en referencia a ciudades o pueblos de manera local.

Es decir que Valonia paga, en propio come en figurado, para que se desarrolle un deporte cuyos actores valones no son presentados como  tales. Y eso, no lo puede permitir más.

 

Valonia quiere y puede recuperar las competencias de las cuales se le ha privado  

 

La inexistencia cultural de Valonia a la cual se la condena la pagamos de un agobiante tributo.

Porque algunos nostálgicos de la Bélgica unitaria, bajo cubierto de la Comunidad francesa, continúan a querer « funcionar a la belga»   simplemente sin Flandes.

Porque, también, varios habitantes de Bruselas estiman que la Comunidad francesa preserva un lazo de solidaridad entre ellos y los valones. Que ese lazo bloquee a Valonia en un estado de subordinación   material y moral a una ciudad que sigue viviendo como si fuese la  capital de un Estado unitario no nos conviene. No hace falta la Comunidad francesa para consagrar ese lazo de solidaridad. Nos asombramos de ver tan a menudo miembros del Gobierno bruselense ejerciendo competencias en materia de artes, letras y audiovisual  mientras que ello nunca ocurre con miembros del Gobierno valón: una prueba suplementaria de la voluntad de algunos de ahogar cualquier    reforzamiento cultural de Valonia. Nosotros rechazamos también la intención de hacer de nuevo coincidir las elecciones federales con las   elecciones del Parlamento valón.

Los firmantes del presente Manifiesto tenemos el sentimiento de hablar por el pueblo valón. Estimamos urgente que Valonia obtenga las  competencias en materia de cultura, de enseñanza, de investigación   científica y de medios de comunicación públicos de la cual se le ha privado.

Hoy, al contrario de la situación de hace veinte años, Valonia dispone  de los medios políticos y jurídicos para ejercitar plenamente todos los poderes y competencias de la Comunidad francesa. Los firmantes del  presente manifiesto apelan a quienes representan a Valonia.

Una demanda que puede ser satisfecha fácilmente

No hay apertura al mundo sin identidad propia. Europa valoriza la unidad y la diversidad, la Francofonía la igualdad y la diferencia. Valonia, producto de todas sus inmigraciones, quiere también para sí  la diversidad, la igualdad y la fraternidad.

Y espera de sus representantes que le den la posibilidad de que se  reconozca su cultura en el sentido más hondo de la palabra, que no se  limita únicamente a los « asuntos culturales », sino que recubre la   plenitud de la existencia ciudadana. Se trata tan solo de un pequeño    trozo de texto, de un decreto, que confíe al pueblo valón las competencias en materia de cultura, de enseñanza, de investigación   científica y de medios de comunicación públicos de las cuales sigue desposeído. Ciertamente esta medida no es la condición suficiente de  esta existencia ciudadana que deseamos, pero sí es su condición necesaria.

Que aquellos y aquellas que hemos elegido den esa oportunidad a Valonia de resistir a los movimientos que dividen a las naciones, a los pueblos, a las culturas, a las religiones, a las filosofías, y a  los seres humanos.